jueves, 22 de octubre de 2009

MENOS VOLUMEN PARA LAS EXAGERACIONES Y MÁS COLOR PARA DAR GRACIAS POR LA FAMILIA...


La vida tiene momentos de mucha intensidad, y no resulta fácil tomar uno en particular, pero creo que el nacimiento de un hijo es realmente memorable. La espera en el período del embarazo , el elegirle un nombre, prepararle un lugar, no tanto locativamente sino familiarmente, son momentos dificilmente transferibles. Momentos mágicos. Únicos.

Y cuando llega el momento de su nacimiento, el corazón estalla de felicidad. Los miembros de la familia, uno a uno, se suceden para conocerlo. Y comienzan la miradas llenas de admiración con sus reconocimientos. Se parece al padre,a la madre, al abuelo paterno, e incluso si la disimilitud es grande, comienza un nuevo recorrido, los ojos del abuelo materno, el rulo de la abuela materna...en fin, es grande la alegría,y tanto lo es ,que permite este tipo de asociaciones.

Y luego, a esperar las primeras palabras. Lo que puede el amor es sorprendente. Y son muy esperadas, y tanto lo son, que los primeros balbuceos son interpretados con una imaginación tal que sorprendería al más osado.

Lo que es jgloggjhjoe, algunos lo entienden papá, y jilgppru otros abu (apócope de abuelo), y la cosa no queda allí, la abuela materna ira en pos del Guinness , y sentenciará a su hijo que acaba de ser padre."tú, lo dijiste dos meses antes" . En fin, bajémosle un poco el volumen a las exageraciones, y subamos la intensidad del color de la imagen para dar gracias por la familia y sus sueños...

1 comentario:

Santiago dijo...

¡Qué ganas que me da de concebir un niño!